La banca siempre gana.




Las nuevas generaciones no saben de Historia. Aunque esté presente en la memoria inconsciente de nuestro pueblo creo que debemos rescatarla y darla a conocer. Permitidme que de nuevo os ponga algunos párrafos de discursos de José Antonio Primo de Rivera, con el fin de alertarnos. Tal vez un comentario anónimo que recibí (así es cómo hacen ese tipo de comentarios) en un post sobre la proclamación de la República tras el resultado de las elecciones del 31, y que por su carácter ofensivo no publiqué, me han hecho volver al tema. El fascismo no se hereda, surge cuando se dan las mismas circunstancias, cuando no se piensa y se sigue la inercia de los que azuzan en la retaguardia, esos mismos de siempre que instigan odios y animadversiones, esos fanáticos que desean una nueva cruzada para sentir arder en sus venas la emoción de una contienda. 

Veamos:
   
El capitalismo ha ido sustituyendo esta propiedad del hombre por la propiedad del capital, del instrumento técnico de dominación económica. El capitalismo, mediante la competencia terrible y desigual del capital grande contra la propiedad pequeña, ha ido anulando el artesonado, la pequeña industria, la pequeña agricultura: ha ido colocando todo –y va colocándolo cada vez más– en poder de los grandes trusts, de los grandes grupos bancarios. El capitalismo reduce el final a la misma situación de angustia, a la misma situación infrahumana del hombre desprendido de todos sus atributos, de todo el contenido de su existencia, a los patronos y a los obreros, a los trabajadores y a los empresarios”.
Pensad a lo que ha venido a quedar reducido el hombre europeo por obra del capitalismo. Ya no tiene casa, ya no tiene patrimonio, ya no tiene individualidad, ya no tiene habilidad artesana, ya es un simple número de aglomeraciones”.
Del discurso sobre la" revolución española" pronunciado  el 19 de mayo de 1935.

El dinero nace en el instante en que la economía se complica hasta el punto de que no pueden realizarse las operaciones económicas elementales con el trueque directo de productos y servicios. Hace falta un signo común con que todos nos podamos entender, y este signo es el dinero; pero el dinero, en principio, no es más que eso: un denominador común para facilitar las transacciones. Hasta que llegan quienes convierten a ese signo en mercancía para su provecho, quienes, disponiendo de grandes reservas de este signo de crédito, lo alquilan a los que compran y a los que venden. Pero hay otra cosa: como la cantidad de productos que pueden obtenerse, dadas ciertas medidas de primera materia y trabajo, no es susceptible de ampliación; como no es posible para alcanzar aquella cantidad de productos disminuir la primera materia, ¿qué es lo que hace el capitalismo para cobrarse el alquiler de los signos de crédito? Esto: disminuir la retribución, cobrarse a cuenta de la parte que le corresponde a la retribución del trabajo en el valor del producto. Y como en cada vuelta de la corriente económica el capitalismo quita un bocado, la corriente económica va estando cada vez más anémica y los retribuidos por bajo de lo justo van descendiendo de la burguesía acomodada a la burguesía baja, y de la burguesía baja al proletariado, y, por otra parte, se acumula el capital en manos de los capitalistas; y tenemos el fenómeno previsto por Carlos Marx, que desemboca en la Revolución rusa.”
Dos cosas positivas habrán, pues, de declarar quienes vengan a alistarse en los campamentos de nuestra generación: primera, la decisión de ir, progresiva, pero activamente, a la nacionalización del servicio de banca; segunda, el propósito resuelto de llevar a cabo, a fondo, una verdadera ley de Reforma Agraria.”
Del discurso de clausura del II Congreso nacional de la Falange pronunciado el 17 de Noviembre de 1935.

El capitalismo –ya lo sabéis– no es la propiedad; antes bien, es el destructor de la propiedad humana viva, directa; los grandes instrumentos de dominación económica han ido sorbiendo su contenido a la propiedad familiar, a la pequeña industria, a la pequeña agricultura… El proceso de hipertrofia capitalista no acaba más que de dos maneras: o interrumpiéndolo por la decisión heroica incluso de algunos que participan en sus ventajas, o aguardando la catástrofe revolucionaria que, al incendiar el edificio capitalista, pegue fuego, de paso, a inmensos acervos de cultura y de espiritualidad”.
Del discurso de José Antonio Primo de Rivera el 19 de enero de 1936 en el Teatro Sorba de Cáceres.

Leed ahora este párrafo del discurso pronunciado  el 2 de febrero del 1936.

 ¿Qué se creen que es la revolución, qué se creen que es el comunismo estos que dicen que acudamos todos a votar sus candidaturas para que el comunismo no pase? ¿Quiénes les han dicho que la revolución se gana con candidaturas? Aunque triunfaran en España todas las candidaturas socialistas, vosotros, padres españoles, a cuyas hijas van a decir que el pudor es un perjuicio burgués; vosotros, militares españoles, a quienes van a decir que la Patria no existe, que vais a ver vuestros soldados en indisciplina; vosotros, religiosos, católicos españoles, que vais a ver convertidas las iglesias en museos de los sin Dios; vosotros, ¿acataríais el resultado electoral? Pues la Falange tampoco; la Falange no acataría el resultado electoral. Votad sin temor; no os asustéis de esos augurios. Si el resultado de los escrutinios es contrario, peligrosamente contrario a los eternos destinos de España, la Falange relegará con sus fuerzas las actas de escrutinio al último lugar del menosprecio. Si, después del escrutinio, triunfantes o vencidos, quieren otra vez los enemigos de España, los representantes de un sentido material que a España contradice, asaltar el Poder, entonces otra vez la Falange, sin fanfarronadas, pero sin desmayo, estaría en su puesto como hace dos años, como hace un año, como ayer, como siempre.”
La Falange ante las elecciones”.

En esas elecciones solamente obtuvieron 44.000 votos, pero a pesar de ello, y como bien se desprende de sus palabras que incitaban a no acatar la República,  comenzaron las provocaciones y enfrentamientos. La muerte de unos generaba la venganza de otros y la espiral de violencia allanaba el camino para el golpe de estado perpetrado pocos meses después por Franco, este fue quién rentabilizó habilmente parte de su ideario.

José Antonio murió fusilado por conspiración y rebelión militar a la República en noviembre de 1936. Al parecer, y ya en vísperas de su ejecución, su postura se suavizó. Gibson en su libro “En busca de José Antonio” dice: Nos parece imposible que José Antonio, incomunicado en su celda y sabiendo que difícilmente podría sustraerse a la muerte, no pasara por momentos atormentados al meditar sobre su conducta en relación con la violencia. (Gibson 2008. Pg. 232). Así parece que fue y que consta en sus últimas notas, aunque de nada le sirviese ya a él y a España. Quedó para la posteridad su lapidaria frase “Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles.”
Su muerte se silenció por el bando nacional durante cuatro meses. Franco capitalizó el trabajo del líder y con su muerte no tuvo competidor.

Está claro que no es suficiente ser anticapitalista, ni revolucionario, ni reivindicar derechos sociales. Se necesita hacer un análisis profundo que permita saber de una forma clara cómo se puede llegar a una transformación real de la sociedad y que también comporte un cambio en su estructura ideológica.
Desde que tuvimos a los “socialistas” en el poder, pudimos comprobar que muchas de las veces estábamos   en las mismas filas de la oposición la izquierda y la derecha. No porque el PSOE fuese de centro, sino por estrategias de la derecha que, para parecer menos de derechas que el PSOE, lo empujaban al centro.
Existen a lo largo de la Historia innumerables ejemplos de personajes que, defendiendo intereses de la burguesía, aparecían con discursos populistas. Unos lo hicieron con la candidez que da el desconocimiento profundo de los motores que mueven al mundo, otros por defender los intereses económicos de la clase a la que pertenecían, otros por defender sus particulares intereses.

Estos retazos del discurso del fundador de la Falange, Jose Antonio Primo de Rivera, son un ejemplo de eso. Un discurso que llegaba a las jóvenes generaciones, con palabras dichas con vehemencia y con un lenguaje cuidado. Él se creía su discurso y estaba convencido de que la revolución rusa podía arrastrar al pueblo a la anarquía, al ateísmo y al fin de la familia. Fascinado por Mussolini e influenciado por la dictadura de su padre Miguel Primo de Rivera, que había gobernado España tras un golpe militar desde 1923 a 1930 y que él consideraba totalmente incomprendido, criticaba la democracia por considerar que el pueblo ignorante no puede escoger su futuro. Pero hace falta oír más, no el tono de victoria, ni las palabras bien encadenadas y musicales, sus arengas, sus meditadas frases. El discurso fascista, como el nazi, sabía tocar la fibra sensible y mezclaba la descripción de la realidad y las reivindicaciones sociales con la creación de esa patria “una, grande y libre” que recuperase su gloria como imperio y defendiese los valores católicos ante las “hordas marxistas”, atribuyese a cada individuo el papel para el que había nacido y se olvidase la lucha de clases y cómo no, de las autonomías que “pretendían” disgregar el país.
Discursos como éste o populistas como los de Alejandro Lerroux, arribista y chaquetero descarado que tras defender a la República, y con un lenguaje populista, anticlerical y anticatalanista, acabo apoyando el golpe militar perpetrado por Franco.
Podríamos pensar que estaba en lo cierto José Antonio, que lo que denunciaba ayer es lo mismo que se denuncia hoy y que un sistema liberal, con su partidocracia, lo único que comporta es ésto. Pero no caigamos en la trampa; no estamos igual porque no esté Franco, estamos igual porque el capitalismo sigue creando especulación, potenciando las diferencias de clase y aumentando el caos. El franquismo fue la imposición de un periodo de aparente calma promovido por la dureza de su represión.
Pero fijémonos ahora en este párrafo también del primer discurso, pero que cuela casi al final.

Ahora, todo esto no es más que una parte; esto es volver a levantar sobre una base material humana la existencia de nuestro pueblo; pero también hay que unirlo por arriba; hay que darle una fe colectiva, hay que volver a la supremacía de lo espiritual (...) Por eso nosotros nos sentimos unidos indestructiblemente a España, porque queremos participar en su destino; y no somos nacionalistas, porque ser nacionalistas es una pura sandez; es implantar los resortes espirituales más hondos sobre un motivo físico, sobre una mera circunstancia física; nosotros no somos nacionalistas(...) somos españoles, que es una de las pocas cosas serias que se puede ser en el mundo.”

Es aquí donde pueden verse claramente las pinceladas de su ideario fascista. Esa palabrería hueca y esa nostalgia de un pasado imperialista. Una nueva cruzada en defensa de los "valores" tradicionales de una España profunda, católica, cuna de la Inquisición, con una Iglesia que temía perder sus cuantiosas prebendas y que tenía conformado al pueblo con promesas de resucitar a sus muertos y de una vida celestial mejor. La patria (sea del tipo que sea, en la que se incluyen los nacionalismos exacerbados que se mueven por los mismos razonamientos de recuperar el esplendor de tiempos pasados) se vuelve una religión; su contenido cohesionado por la fe, convierte a sus seguidores en nuevos cruzados fanatizados por la idea de una misión superior que trasciende lo humano y los eleva a la categoría de "elegidos".

Sin tener que recurrir a planteamientos marxistas, es fácil darse cuenta que ciertamente un pueblo ignorante difícilmente pueda escoger su mejor futuro. ¿Es hoy la educación un medio que forma al individuo? No. ¿Son los medios de comunicación un sistema que facilita información veraz y que ofrece un conocimiento de la realidad que nos rodea? No.
El único medio para conocer un producto en esta sociedad depende de la publicidad.
¿Es la publicidad sincera? No.
Luego lo que se vote estará mediatizado por lo que sus políticos vendan (mediante la publicidad).
Está claro que eso es lo que interesa a los que mandan, bombardeos coloristas y banales que convenzan por su aspecto, no por su contenido. 

Podríamos llegar a la conclusión de que la mejor solución es dejar de participar en la política; tal vez justamente por estas razones que hemos visto y porque la política sigue participando de nosotros, debemos actuar y no quedarnos sentados en nuestras casas, precisamente para no permitir más engaños, para poder abrir un brecha y que la verdad se pueda filtrar. La mayoría de la población no está concienciada, simplemente está crispada y quiere que se le resuelvan sus problemas, no son anticapitalistas, no pretenden transformar el mundo y menos aún explicarlo o comprenderlo, quieren que se transforme su realidad y mientras esto sea así, o participamos o nos convertimos en esclavos de los poderosos. Nos podemos rebelar, pero si solo son unos cuantos los que quieren un cambio de sistema, no hay revolución que valga y las aguas turbulentas, embravecidas, volverán a su cauce aunque con ellas arrastren muerte y penalidades.
Se vive un momento crítico. El comunismo se ha quedado solo, ninguneado e incomprendido; los socialistas ya no dan miedo ni confianza; la socialdemocracia ha jugado bien su papel y el neoliberalismo ha continuado con su juego sucio, maquiavélicamente pergeñado y los representantes del PP parecen títeres apolillados. 
Veamos qué clase política tenemos: los que llegaron a la política porque pasaban por allí, o porque les debían favores; otros por ansia de poder, por ser más que su vecina del sexto o simplemente por dinero. Políticos por vocación, pocos, quemados y generalmente de izquierdas. Hay políticos que después de probar el poder no abandonan el barco ni aunque se hunda, porque una vez conseguidos unos ingresos y un prestigio, tienen que salir por la puerta grande, aunque estén involucrados en estafas o corrupciones, pues aumenta su curriculum y les permite ganar más dinero (¿cómo si no pagarán sus hipotecas de 15.000 €?). Otros, los honrados, pasarán desapercibidos, son gente que se cree el discurso y que si son éticos y una vez dentro, alucinan con los entresijos del poder, quedando desmoralizados, cansados, quemados y hartos. 
Y algunos listillos como UPyD, van con el discurso populista mientras que la izquierda mira hacia otro lado.
Desprestigiados los políticos y metidos en el mismo saco, da igual que se llamen IU o que sea una coalición de izquierdas o más amplia; la palabra “comunista” contamina igual que ayer, es una palabra estigmatizada todavía y que solo utiliza la derecha (por algo será). Se huye del nombre y así se van creando nuevos grupos y desorientando a la ciudadanía. Discursos parecidos, casi iguales, iguales, planteamientos reaccionarios, fascistas, revolucionarios de izquierda, revolucionarios de derecha...  Que hayan muchos grupúsculos va bien para que la gente se desoriente y siga ganando la derecha sea PSOE o PP; a eso juegan y nosotros participamos.
Se continúan difundiendo los tópicos de siempre: miedo a los “dictadores”, que surgen como setas a medida que llueven los intereses económicos; sigue el miedo a la falta de libertad personal (debe ser la de comprar, que es la que mantiene el sistema); se sigue con miedo al ateísmo, cuando la falta de valores provienen de un sistema que los prostituye con tal de vender; se sigue con el miedo a los terribles crímenes de los “terroristas” y en este saco ponen a todos los grupos: a los que han puesto bombas; a los que creen que pueden ponerlas; a los que han dicho que las tienen o que han dicho que no las tienen pero tenían cuatro cables y una bombona de liquido verde que podría parecer para fabricar una bomba; o los que dicen simplemente que no las tienen pero se asemejan a alguno de los anteriores; el caso dar una excusa para tener a toda la población controlada y reprimida.

Ya nadie sabe el significado de las palabras; el griego y el latín que nos facilitaba la comprensión al entender sus raíces ya no se estudia y para arreglarlo llega la Real Academia Española de la Lengua que rezuma reaccionarismo y obtusismo y añade además vocablos y normas que desvirtúan el idioma y más vale no recurrir a su diccionario porque las definiciones se retroalimentan y autorreferencian por lo que no hay forma de saber su significado. La gente de a pie no tiene vocabulario, pero los políticos que a diario vemos u oímos en los medios carecen de carisma y de formación para hacer de políticos, incluso carecen de educación.

No nos fijemos en los programas que basan su política en sentimentalismos que ocultan la realidad de los problemas. Basta ya de enfrentarnos como si fuésemos equipos de fútbol, que los referentes históricos no se han de olvidar, pero que no sea una bandera para ser más que otros; que tras esas banderas se esconden otros intereses que quedan ocultos. 
No nos fiemos de esos falsos revolucionarios que prometen un salario de 1.500 € para toda la población y pensiones iguales para todo el mundo.
Es hora de recuperar la dignidad del término “comunista” y que no se tenga que esconder sus siglas e ir explicando continuamente que no es el coco que se come crudos a los niños. Después de la aniquilación de los países comunistas tras la aplaudida caída del muro de Berlín y lo que ha significado (muchos deben decir "madrecita que me quede como estaba") el sistema se había viciado, pero ya hemos visto qué ha significado el capitalismo para ellos. 
Y si el programa de un partido nos convence y creemos que sus dirigentes que no lo hacen bien ¡participemos, que de algo debe de servir la democracia que dicen que tenemos! ¡Que no es fácil estar horas y horas en reuniones y debates! ¡Se necesitan relevos!¡Que es muy fácil criticar desde un sillón!

Todo esto para decir que no hay dos bandos donde en uno están todos los buenos y en otro todos los malos. 
Las personas que no saben de qué va todo esto, votan el partido del amigo o del vecino, o se hacen del que creen que les va resolver su situación. Se ha de ofrecer información, se ha de formar a los cuadros para que hagan una labor de divulgación, basta ya de crispaciones y de ir a salto de mata. 
El problema es que los partidos que gobiernan tienen el dinero, son la banca y suelen jugar con los  dados trucados, porque ya se sabe: "la banca siempre gana". 



Última modificación 12 de julio 2012.

Comentarios

Piedra ha dicho que…
La Democracia es imposible en un país sin cultura (política), se puede uno pasar la vida intentando hacer que la gente piense por si misma y reaccione, pero tenemos en frente demasiados medios en contra para que esto no suceda. (¡Campeooooones! oe oe oe)

Si en algún momento un partido de izquierdas llegase al poder, lo minarían, lo corromperían y terminaría siendo otro P$oE. Podemos estar un poco mejor, pero el sistema esta preparado para protegerse de todas estas "amenazas"

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